miércoles, 12 de diciembre de 2012

QUIEN ES QUIEN EN LA MITOLOGÍA GRIEGA


Prestando una cobertura completa a todo lo referente a la mitología, desde Zeus a la Esfinge, esta hermosa edición  del primer volumen publicado en 1874 por el arqueólogo escocés Alexander S. Murray (1841–1904), cuenta con precisión y detalle las historias de los dioses y sus hazañas.
Este libro de referencia y de incalculable valor está dedicado principalmente a la mitología griega y romana, también hace referencia a la escandinava, la germana, la hindú y a la mitología egipcia, justificando el propósito de esta obra como un completo libro de consulta de la mitología. La guía más completa contiene ilustraciones, así como notas sobre las más importantes obras de arte en las que están representadas las deidades.

domingo, 2 de diciembre de 2012

                                LA  NAVIDAD


En Venezuela es muy tradicional hacer el pesebre, montar el pino de Navidad y adornarlo. Junto con esas tradiciones se mantienen también los cantos de aguinaldosprocesiones de posadas,parada o paradura del niño DiosRobo y Búsqueda del niño Dios y el Festejo de la Candelaria, ah!! sin olvidar las gaitas que son muy típicas del Estado Zulia pero que en las épocas decembrinas se adueñan de todo el país

  Decálogo de la Navidad:

Si tienes tristeza, ¡Alégrate!
La Navidad es GOZO
Si tienes enemigos, ¡Reconcíliate!
La Navidad es PAZ
Si tienes amigos, ¡Búscalos!
La Navidad es ENCUENTRO
Si tienes pobres a tu lado, ¡Ayúdalos!
La Navidad es DON
Si tienes orgullosa soberbia, ¡Sepúltala!
La Navidad es HUMILDAD
Si tienes deudas, ¡Págalas!
La Navidad es JUSTICIA
Si tienes maldad y pecado, ¡Arrepiéntete y cambia!
La Navidad es CONVERSIÓN Y GRACIA
Si tienes tinieblas, ¡Enciende tu farol!
La Navidad es LUZ
Si tienes errores, ¡Reflexiona!
La Navidad es VERDAD
Si tienes resentimientos, ¡Olvídalos!
La Navidad es AMOR



viernes, 23 de noviembre de 2012

TEMA  3 SEMESTRE 3-4  ROMANTICISMO HISTÓRICO SOCIAL 

El Romanticismo literario es el movimiento que dominó la literatura en Europa desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX. Se caracteriza por su entrega a la imaginación y la subjetividad, su libertad de pensamiento y expresión y su idealización de la naturaleza .El romanticismo fue, pues, un estilo de vida cuyos rasgos más característicos son los siguientes:
 la imaginación y la sensibilidad serán bandera frente a la razón y la intelectualidad; 
el ansia de libertad se manifiesta en contra de todas las formas impuestas que coartan en el individuo la propia esencia de sí mismo;
 el instinto y la pasión conducen al ser humano a un entusiasmo exagerado o a un profundo pesimismo. 
En el caso de conducir al hombre al sentimiento pesimista, provoca en el romántico la huida que se puede plasmar en dos vías distintas: la de los viajes o la de los suicidios.Se  opone  al  neoclasicismo.


Características más importantes del romanticismo:
Es el movimiento que se opone a serenidad clásica.
Es la expresión viva, que se opone frente a la frialdad del Neoclasicismo.
Es la exaltación de la libertad, frente a las reglas de la academia.
Es la variedad, contra la unidad en la composición.
Rebelión del individuo contra cualquier norma que la impida expresar sus propios sentimientos.
Absoluta libertad en política, moral y arte.
Mantienen una actitud idealista que no corresponde a la realidad que los rodea y los lleva a la rebeldía contra la patria, la sociedad e incluso contra Dios.
Como consecuencia del enfrentamiento entre su espíritu idealista y la cruda realidad, se produce la desesperación y el desengaño.
Si en el siglo anterior la verdad era igual a belleza, para el Romanticismo sólo la belleza es la verdad.
La imaginación y el sentimiento, frente a la razón.

Son  representantes  de  este movimiento  el Alemán  HEINE  y  los  Ingleses BYRON  y SHELLEY.

ROMANTICISMO HISTÓRICO SOCIAL

Se distingue por una forma o manera diferente de escribir la historia, durante el siglo XVIII (Neoclasicismo) se produjo una historia de tono muy descriptivo que imitaba a los historiadores clásicos. Era una especie de registro de acontecimientos políticos y militares que no tomaba en cuenta los aspectos sociales, económicos ni artísticos los pueblos.De preferencia se refería a batallas y acontecimientos descriptivos en abstracto, fuera de todo contexto ambiental, sin color local. La historia romántica siglo XIX se dan cambios importantes y la nueva forma de historiar se centra principalmente en las historias nacionales descritas con una fuerte presencia de color o sabor local, detallando costumbres y todo lo que muestre elementos particulares y diferenciadores de cada pueblo y de cada situación. De modo que una historia objetiva y abstracta se pasa a una historia donde el sentimiento, la empatía y lo regional o local cobran gran importancia.Unido a esto el estilo o lenguaje poético, rico en imágenes, símiles y metáforas que emparenta la historia con la literatura. Los historiadores franceses son los primeros en buscar nuevos rumbos. A comienzos del siglo XIX, aparecen Chateaubriand con el Genio del Cristianismo (1802). Esta obra abre las puertas al Romanticismo Social. Michelet, con su Historia de Francia (1853) se convierte en el maestro de esta escuela romántica. Al pasar esta tendencia a América se encuentra con buenos seguidores, y en Venezuela estará Juan Vicente González, quien inicia la historia romántica con su obra Historia del Poder Civil en Colombia y Venezuela.

CARACTERÍSTICAS DEL ROMANTICISMO HISTÓRICO-SOCIAL

1. Visión Crítica de la Realidad. El historiador romántico conoce el hecho histórico y busca explicárselo y lo relaciona con el pasado para encontrar sus raíces.

2. La Empatía. El historiador se identifica con el hecho que narra. Lo presenta como si lo estuviese viviendo, por esto se da preferencia a la historia nacional, al momento contemporáneo.

3. Visión Subjetiva del hecho histórico. Como el yo del historiador siempre está presente, todo se carga de subjetividad; se emociona ante los hechos y toma partida ante ellos.

4. Apoyo en Fuentes Documentales. Los juicios elaborados por el historiador deben ser propios pero partiendo de documentos reales; por eso deben ir a la fuente más cercana y no basarse en crónicas o relatos de segunda mano.

5. Estilo Poético. Como los románticos escribían con emoción, su estilo debía adaptarse a esa circunstancia. Por esta razón la prosa utilizada tenía un tono declamatorio, que perseguía conmover, convencer y lo hace mediante giros y figuras poéticas como: metáforas, exclamaciones, interrogaciones, símiles e imágenes de todo tipo.
JUAN VICENTE GONZÁLEZ


Juan Vicente González nació en Caracas el 28 de mayo de 1810 y murió el 1 de octubre de 1866; fue un periodista y escritor venezolano. Se le considera como el primer escritor romántico que tuvo Venezuela en el siglo XIX. Se tienen escasos datos de la niñez de González. Hasta ahora, no se han podido determinar quiénes fueron sus padres, ni la fecha exacta de su nacimiento, por lo cual esta es estimada. Algunas personas afirman que nació en 1808, pero opinan que fue en 1811. Se dice que fue abandonado en la casa de Francisco González, realista que lo adoptó y le dio su apellido. Hizo sus primeros estudios con el sacerdote José Alberto Espinoza y luego ingresó a la Universidad de Caracas y se graduó de Licenciado en Humanidades. En 1827 cuando el Libertador Simón Bolívar regresó por última vez en vida a su patria, para impedir la separación de la Gran Colombia fue recibido con un homenaje en la Universidad de Caracas. En el recinto universitario Juan Vicente González, siendo adolescente, se encontró con el prócer, momento que quedaría grabado en su existencia en lo sucesivo.

A los 28 años, contrajo matrimonio con Josefa Rodil y para costear sus gastos en su nuevo estado civil daba clases de gramática e historia en colegios particulares. En 1849, fundó en Caracas el colegio "El Salvador del Mundo". Un año antes fue nombrado Diputado por Caracas al Congreso, por lo que fue testigo ocular del sangriento allanamiento que hicieron las tropas del gobierno, al recinto del Parlamento, matando e hiriendo a varios congresistas. A pesar de haberse iniciado en la masonería, se le clasificaba como hombre de ideas conservadoras. Debido a este punto de vista, no encontró favorable a la Revolución de Marzo de 1858, que llevó al poder a Julián Castro, Manuel Felipe Tovar y Fermín Toro. Tampoco se sintió atraído por la Revolución Federal.

Desde el periódico El Heraldo y otras publicaciones, combatió a los regímenes de fuerza. Eso disgustó a muchos gobernantes. Estuvo a punto de ser deportado en 1861, pero gracias a las diligencias de Pedro Gual, Presidente de la República, por breve tiempo esto pudo ser evitado. También hizo oposición a la dictadura del General José Antonio Páez, lo que le valió un encierro de tres meses en la cárcel de La Guaira. Al ser libertado gracias a los buenos oficios de algunos masones, reincidió en sus críticas violentas al gobierno. El General Páez molesto, volvió a mandarlo a prisión, esta vez en la prisión de "La Rotunda". Allí escribió su Manual de Historia Universal, que es el primero de sus libros conocidos. Al triunfar los ejércitos del Mariscal Juan Crisóstomo Falcón en la Guerra Federal, vio con simpatía a este militar y líder masón, lo cual no impidió para que de vez en cuando le dedicara también algunos ataques periodísticos. A pesar de las pasiones políticas que le animaban González era considerado un personaje muy honesto, noble y amante de la verdad. Esto quedó demostrado con la biografía muy favorable que escribió sobre el Juan Crisóstomo Falcón, no obstante que se declaró una vez más su adversario.

Entre sus obras figura la biografía del prócer José Félix Ribas, "Las Mesenianas", un conjunto de elegías en prosa, "Ecos de las Bóvedas" y la obra que quedara inconclusa Historia del Poder Civil. En el campo de la poesía, Juan Vicente González publicó numerosos trabajos, destacando su soneto " A Bolívar". En el periodismo, consiguió fama por su talento y virulencia en la crítica. Fue fundador de los medios impresos El VenezolanoEl Diario de la tarde y El Heraldo y editorialista de algunos de estos medios incluyendo La Prensa, lo que provocaría polémicas con periodistas identificados con el movimiento liberal tales como Felipe Larrazábal, Estaislao Rendón, Guillermo Tell Villegas, Tomás Lander y Rafael Arvelo. Un año antes de su fallecimiento, estableció la publicación Revista Literaria.


DEFINICIÓN DE MESENIANAS 

son poemas en prosa de tono elegíaco, en los que canta a sus grandes muertos, las esperanzas difuntas y las desgracias de la patria. 

SEMESTRE 3-4 TEMA  4  LÍRICA ROMÁNTICA

INVESTIGAR.

BREVE BIOGRAFÍA DE PÉREZ BONALDE
APORTES DE PÉREZ BONALDE EN SUS TRADUCCIONES AL MODERNISMO HISPANOAMERICANO
INFLUENCIA DE PÉREZ BONALDE EN POETAS DE GENERACIONES POSTERIORES
DIFERENCIAS ENTRE ROMANTICISMO Y MODERNISMO
EXPLIQUE  DE QUE TRATAN LOS POEMAS: VUELTA A LA PATRIA, POEMA AL NIAGARA Y FLOR.
TEMA 4  NOVELA  MODERNA 

ALUMNOS 1-2  SEMANA  Y SÁBADOS 

INVESTIGAR :
DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS DE NOVELA MODERNA.
DON QUIJOTE  :
LA OBRA COMO CREADORA DE LA NARRATIVA MODERNA.
LOS IDEALES  QUE PRESENTAN LOS PERSONAJES PRINCIPALES Y SU REALIZACIÓN A MEDIDA QUE SE DESARROLLA LA OBRA
OBRA COMO SÁTIRA DE LAS NOVELAS DE CABALLERÍA
OBRA COMO SÍNTESIS  DE CORRIENTES NARRATIVAS.
EL HUMORISMO
EL VIAJE
EL TEMA
 EL ESTILO Y EL LENGUAJE
SU SENTIDO UNIVERSAL
SU TRASCENDENCIA ARTÍSTICA.

ALUMNOS  1-2  del Teresa  en la semana. TEMA 3 NOVELA CABALLERESCA

Son las primeras composiciones escritas en prosa. Sus orígenes datan desde el siglo XII. Relataban las hazañas de un caballero que tenía como propósito principal conquistar el amor de una bella dama.Tienen  su origen  en les romans courtois  franceses 
Las novelas de caballería tuvieron éxito en toda Europa durante el siglo XV.  En este género literario sobreviven los temas y actitudes de la Edad Media, como: la defensa del honor, la idealización de la mujer, la religión y el ejercicio individual de la justicia. 
CARACTERÍSTICAS
EL HÉROE :  El héroe caballeresco es un hombre que luchaba en la guerra y sobresalía por sus hazañas. Este sale en busca de aventuras y está dispuesto a defender contra cualquier cosa, los principios por los que lucha. Se dice  que  es  poco humano mas bien idealizado, la finalidad de sus  aventuras  es su satisfacción personal  o el enamorado servicio de una dama
AMBIENTE es fantástico, sus hazañas son extraordinarias. En sus aventuras vence a gigantes, y a seres monstruosos. En este mundo novelesco aparecen con frecuencia los castillos, ínsulas, encantamientos y hechos sobrehumanos, el cual representan un mundo idealizado y maravilloso. Son muchas  veces  lejanos  reinos . En Amadis de Gaula solo se mencionan  lugares  como Bretaña, Irlanda  y es  imposible  individualizar  las regiones.

IMPRECISIÓN TEMPORAL : el relato caballeresco  presenta una narración en pasado, pero no un pasado concreto sino impreciso, lo importante son las acciones no cuando  ocurren , es por ello que  usan expresiones como: " Erase una vez,... En un domingo del mes de mayo...Hubo una vez en Bretaña."

TEMA su tema fundamental son las aventuras del caballero, el amor es el sentimiento dominante.
EL VIAJE  es una desviación del viaje épico que obedece a la diferencia de objetivos  que persiguen los personajes principales. Ya que  Amadis  se desplaza  por  el amor de Oriana y por mera satisfacción personal, El Cid  para restablecer su honor y  Aquiles  por venganza.

AUSENCIA DE LO NACIONAL es un carácter especifico de este tipo de relato, no  dan ningún rastro del país de origen de los mismos. Todos los héroes de Amadis de Gaula son extranjeros  de hecho solo uno de los trecientos personajes es español 

LO FANTÁSTICO  todo es inverosímil  esto se aprecia con la presencia de enanos, brujas, hadas, gigantes entre otros.

IMPORTANTE : Amadis de Gaula apareció en España  durante el siglo XVI , fue escrito aproximadamente en 1942, su primera impresión esta firmada por GARCI RODRIGUEZ DE MONTALVO  quien corrigió y enmendó los tres primeros libros corrigió el cuarto y creo el quinto denominado SERGAS DE ESPLADIAN  el cual narra la historia de Amadis de Gaula

martes, 13 de noviembre de 2012

Etapas de la vida de  Andrés  Bello



Podemos decir que la vida de Andrés Bello se divide en tres etapas:

1)  LA COLONIA  Desde su nacimiento en el año 1781 hasta 1810 vive en Venezuela, se graduó de Bachiller en Artes el 14 de junio de 1800 en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, realiza estudios inconclusos de derecho y medicina, aprende por su propia cuenta el inglés y francés, y da clases particulares al joven Simón Bolívar.

Entre el año de 1802 y 1810, Andrés Bello se convierte en Caracas en una de las personas intelectualmente más influyentes.

El 19 de abril de 1810, comienza el inicio de la independencia de Venezuela. Andrés Bello participa en los sucesos, y la Junta lo nombra Oficial Primero de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

2) GUERRAS DE INDEPENDENCIA  El 10 de junio de 1810 inicia su segunda etapa hasta el año de 1829, viaja a Londres, Inglaterra, en la corbeta Wellington, en una misión diplomática como representante de la naciente República de Venezuela con Simón Bolívar y Lopez Mendez .

Se casa en mayo de 1814, con la inglesa Mary Ann Boyland quien fallece el 9 de mayo de 1821, tuvieron 3 hijos.

Para el 24 de febrero de 1824, se casa con Isabel Antonia Dunn, y tienen 10 hijos.

En el año de 1825, se encarga de la Secretaría de la Legación de la Gran Colombia, para el año de 1828 es nombrado Cónsul General en París y en el año de 1829 se traslada a Santiago de Chile.

Durante esta época Andrés Bello realiza gran parte de su trabajo como escritor y poeta, dirigiendo y redactando; El Censor Americano (1820), La Biblioteca Americana (1823) y El Repertorio Americano (1826).Escribe Alocución a la poesía (1823) y Silva a la Agricultura (1826) 

3) GOBIERNO Y EDIFICACIÓN DE LAS NACIONALIDADES HISPANOAMERICANAS  En 1829 viaja a Chile, donde es contratado por el gobierno chileno, desarrollo grandes obras en el campo del derecho y las humanidades. Se le concede la nacionalidad por gracia en el año de 1832 por el Congreso Nacional de Chile.

En Santiago de Chile, desempeña cargos como senador y profesor, dirige varios periódicos, también se desempeñó como legislador impulsando el Código Civil, el 19 de noviembre de 1842 se crea la Universidad de Chile, convirtiéndose en su primer rector.

Es nombrado miembro honorario de la Real Academia Española en el año de 1851.

Andrés Bello fallece en la ciudad de Santiago de Chile, el día 15 de octubre de 1865 y es enterrado en el Cementerio General de la mencionada ciudad.
Cuestionario semestre 1-2  Instituto Teresa Sábados

1. Realiza la lectura del fragmento  asignado y responde:

a. De que habla el fragmento
b. A cual de los cantos del Mio Cid pertenece
c. Mencione los lugares  que  aparecen en el fragmento
d.Cree usted que se  presenta  un viaje . Explique
e. Mencione los personajes que aparecen en el fragmento

2. De  acuerdo a lo visto en clase responda:
a. A quien se debe  la autoria del Mio Cid
b. Explique el sentido religioso
c. Como es el héroe  en la épica española
d. Explique el realismo histórico geográfico

jueves, 8 de noviembre de 2012


ARTÍSTICA TEMA II  


NOMBRE                                     APELLIDO                              CÉDULA                


Responda las siguientes preguntas: 10 puntos

1. Explique la ley de torsión  presente en la  pintura y escultura egipcia



2.Cuáles eran los monumentos funerarios  del arte egipcio, explique cada uno



3.Cuáles  fueron las innovaciones  en las construcciones arquitectónicas mesopotámicas



4.Explica las características presentes  en las siguientes imágenes
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Realice  el siguiente crucigrama: 5 puntos

1. Monumento funerario/ 2. Estela Mesopotámica/ 3. Templo Mesopotamico / 4. Ley usada en la escultura y pintura Egipcia / 5. Creado con arcilla cocida / 6. hecho con arcilla seca al sol / 7. Tumba de los nobles egipcios / 8. Sirvió para techar espacios cuadrados / 9. Líder egipcio representante de dios en la tierra /. 10. Río de Egipto







Dibuja  el Zigurat  5 puntos








































jueves, 25 de octubre de 2012


La Ilíada - Canto I : Apolo envía peste. La cólera de Aquiles
de Homero



 Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves—cumplíase la voluntad de Zeus—desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles.

¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la contienda para que pelearan? El hijo de Zeus y de Leto. Airado con el rey, suscitó en el ejército maligna peste y los hombres perecían por el ultraje que el Atrida infiriera al sacerdote Crises. Este, deseando redimir a su hija, habíase presentado en las veleras naves aqueas con un inmenso rescate y las ínfulas del flechador Apolo que pendían de áureo cetro, en la mano; y a todos los aqueos, y particularmente a los dos Atridas, caudillos de pueblos, así les suplicaba:

—¡Atridas y demás aqueos de hermosas grebas! Los dioses, que poseen olímpicos palacios, os permitan destruir la ciudad de Príamo y regresar felizmente a la patria. Poned en libertad a mi hija y recibid el rescate, venerando al hijo de Zeus, al flechador Apolo.
 Todos los aqueos aprobaron a voces que se respetase al sacerdote y se admitiera el espléndido rescate: mas el Atrida Agamemnón, a quien no plugo el acuerdo, le mandó enhoramala con amenazador lenguaje:

—Que yo no te encuentre, anciano, cerca de las cóncavas naves, ya porque demores tu partida, ya porque vuelvas luego; pues quizás no te valgan el cetro y las ínfulas del dios. A aquélla no la soltaré; antes le sobrevendrá la vejez en mi casa, en Argos, lejos de su patria, trabajando en el telar y compartiendo mi lecho. Pero vete; no me irrites, para que puedas irte sano y salvo.

Así dijo. El anciano sintió temor y obedeció el mandato. Sin desplegar los labios, fuése por la orilla del estruendoso mar, y en tanto se alejaba, dirigía muchos ruegos al soberano Apolo, hijo de Leto, la de hermosa cabellera:

—¡Oyeme, tú que llevas arco de plata, proteges a Crisa y a la divina Cila, e imperas en Ténedos poderosamente! ¡Oh Esmintio! Si alguna vez adorné tu gracioso templo o quemé en tu honor pingües muslos de toros o de cabras, cúmpleme este voto: ¡Paguen los dánaos mis lágrimas con tus flechas!

 Tal fue su plegaria. Oyóla Febo Apolo, e irritado en su corazón, descendió de las cumbres del Olimpo con el arco y el cerrado carcaj en los hombros; las saetas resonaron sobre la espalda del enojado dios, cuando comenzó a moverse. Iba parecido a la noche. Sentóse lejos de las naves, tiró una flecha, y el arco de plata dio un terrible chasquido. Al principio el dios disparaba contra los mulos y los ágiles perros; mas luego dirigió sus mortíferas saetas a los hombres, y continuamente ardían muchas piras de cadáveres.

Durante nueve días volaron por el ejército las flechas del dios. En el décimo, Aquileo convocó al pueblo a junta: se lo puso en el corazón Hera, la diosa de los níveos brazos, que se interesaba por los dánaos, a quienes veía morir. Acudieron éstos y, una vez reunidos, Aquileo, el de los pies ligeros, se levantó y dijo:

—¡Atrida! Creo que tendremos que volver atrás, yendo otra vez errantes, si escapamos de la muerte; pues si no, la guerra y la peste unidas acabarán con los aqueos. Mas, ea, consultemos a un adivino, sacerdote o intérprete de sueños —también el sueño procede de Zeus— para que nos diga por qué se irritó tanto Febo Apolo: si está quejoso con motivo de algún voto o hecatombe, y si quemando en su obsequio grasa de corderos y de cabras escogidas, querrá apartar de nosotros la peste.
 Cuando así hubo hablado, se sentó. Levantóse Calcante Testórida, el mejor de los augures —conocía lo presente, lo futuro y lo pasado, y había guiado las naves aqueas hasta Ilión por medio del arte adivinatoria que le diera Febo Apolo— y benévolo les arengó diciendo:

—¡Oh Aquileo, caro a Zeus! Mándasme explicar la cólera del dios del flechador Apolo. Pues bien, hablaré; pero antes declara y jura que estás pronto a defenderme de palabra y de obra, pues temo irritar a un varón que goza de gran poder entre los argivos todos y es obedecido por los aqueos. Un rey es más poderoso que el inferior contra quien se enoja; y si en el mismo día refrena su ira, guarda luego rencor hasta que logra ejecutarlo en el pecho de aquél. Di tu si me salvarás.

 Respondióle Aquileo, el de los pies ligeros: — Manifiesta, deponiendo todo temor, el vaticinio que sabes, pues, ¡por Apolo, caro a Zeus, a quien tú, oh Calcante, invocas siempre que revelas los oráculos a los dánaos!, ninguno de ellos pondrá en ti sus pesadas manos, junto a las cóncavas naves, mientras yo viva y vea la luz acá en la tierra, aunque hablares de Agamemnón, que al presente blasona de ser el más poderoso de los aqueos todos.
 Entonces cobró ánimo y dijo el eximio vate: —No está el dios quejoso con motivo de algún voto o hecatombe, sino a causa del ultraje que Agamemnón ha inferido al sacerdote, a quien no devolvió la hija ni admitió el rescate. Por esto el Flechador nos causó males y todavía nos causará otros. Y no librará a los dánaos de la odiosa peste, hasta que sea restituida a su padre, sin premio ni rescate, la moza de ojos vivos, e inmolemos en Crisa una sacra hecatombe. Cuando así le hayamos aplacado, renacerá nuestra esperanza.

 Dichas estas palabras, se sentó. Levantóse al punto el poderoso héroe Agamemnón Atrida, afligido, con las negras entrañas llenas de cólera y los ojos parecidos al relumbrante fuego; y encarando a Calcante la torva vista, exclamó:

 —¡Adivino de males! Jamás me has anunciado nada grato. Siempre te complaces en profetizar desgracias y nunca dijiste ni ejecutaste cosa buena. Y ahora, vaticinando ante los dánaos, afirmas que el Flechador les envía calamidades porque no quise admitir el espléndido rescate de la joven Criseida, a quien deseaba tener en mi casa. La prefiero, ciertamente, a Clitemnestra, mi legítima esposa, porque no le es inferior ni en el talle, ni en el natural, ni en inteligencia, ni en destreza. Pero, aun así y todo, consiento en devolverla, si esto es lo mejor; quiero que el pueblo se salve, no que perezca. Pero preparadme pronto otra recompensa, para que no sea yo el único argivo que se quede sin tenerla; lo cual no parecería decoroso. Ved todos que se me va de las manos la que me había correspondido.

121 Replicóle el divino Aquileo el de los pies ligeros: —¡Atrida gloriosísimo, el más codicioso de todos! ¿Cómo pueden darte otra recompensa los magnánimos aqueos? No sé que existan en parte alguna cosas de la comunidad, pues las del saqueo de las ciudades están repartidas, y no es conveniente obligar a los hombres a que nuevamente las junten. Entrega ahora esa joven al dios y los aqueos te pagaremos el triple o el cuádruple, si Zeus nos permite tomar la bien murada ciudad de Troya.

130 Díjole en respuesta el rey Agamemnón: —Aunque seas valiente, deiforme Aquileo, no ocultes tu pensamiento, pues ni podrás burlarme ni persuadirme. ¿Acaso quieres, para conservar tu recompensa, que me quede sin la mía, y por esto me aconsejas que la devuelva? Pues, si los magnánimos aqueos me dan otra conforme a mi deseo para que sea equivalente... Y si no me la dieren, yo mismo me apoderaré de la tuya o de la de Ayante, o me llevaré la de Odiseo, y montará en cólera aquel a quien me llegue. Mas sobre esto deliberaremos otro día. Ahora, ea, botemos una negra nave al mar divino, reunamos los convenientes remeros, embarquemos víctimas para una hecatombe y a la misma Criseida, la de hermosas mejillas, y sea capitán cualquiera de los jefes: Ayante, Idomeneo el divino Odiseo o tú, Pelida, el más portentoso de los hombres, para que aplaques al Flechador con sacrificios.

Mirándole con torva faz, exclamó Aquileo, el de los pies ligeros: —¡Ah impudente y codicioso! ¿Cómo puede estar dispuesto a obedecer tus órdenes ni un aqueo siquiera, para emprender la marcha o para combatir valerosamente con otros hombres? No he venido a pelear obligado por los belicosos teucros, pues en nada se me hicieron culpables —no se llevaron nunca mis vacas ni mis caballos, ni destruyeron jamás la cosecha en la fértil Ptía, criadora de hombres, porque muchas umbrías montañas y el ruidoso mar nos separan— sino que te seguimos a ti, grandísimo insolente, para darte el gusto de vengaros de los troyanos a Menelao y a ti, cara de perro. No fijas en esto la atención, ni por ello te preocupas y aún me amenazas con quitarme la recompensa que por mis grandes fatigas me dieron los aqueos. Jamás el botín que obtengo iguala al tuyo cuando éstos entran a saco una populosa ciudad: aunque la parte más pesada de la impetuosa guerra la sostienen mis manos, tu recompensa, al hacerse el reparto, es mucho mayor y yo vuelvo a mis naves, teniéndola pequeña, pero grata, después de haberme cansado en el combate. Ahora me iré a Ptía, pues lo mejor es regresar a la patria en las cóncavas naves: no pienso permanecer aquí sin honra para proporcionarte ganancia y riqueza.

172 Contestó el rey de hombres Agamemnón: —Huye, pues, si tu ánimo a ello te incita; no te ruego que por mí te quedes; otros hay a mi lado que me honrarán, y especialmente el próvido Zeus. Me eres más odioso que ningún otro de los reyes, alumnos de Zeus, porque siempre te han gustado las riñas, luchas y peleas. Si es grande tu fuerza un dios te la dio. Vete a la patria llevándote las naves y los compañeros, y reina sobre los mirmidones; no me cuido de que estés irritado, ni por ello me preocupo, pero te haré una amenaza: Puesto que Febo Apolo me quita a Criseida, la mandaré en mi nave con mis amigos; y encaminándome yo mismo a tu tienda, me llevaré a Briseida, la de hermosas mejillas, tu recompensa, para que sepas cuanto más poderoso soy y otro tema decir que es mi igual y compararse conmigo.

Tal dijo. Acongójese el Pelida, y dentro del velludo pecho su corazón discurrió dos cosas: o, desnudando la aguda espada que llevaba junto al muslo, abrirse paso y matar al Atrida, o calmar su cólera y reprimir su furor. Mientras tales pensamientos revolvía en su mente y en su corazón y sacaba de la vaina la gran espada, vino Atenea del cielo: envióla Hera, la diosa de los níveos brazos, que amaba cordialmente a entrambos y por ellos se preocupaba. Púsose detrás del Pelida y le tiró de la blonda cabellera, apareciéndose a él tan sólo; de los demás, ninguno la veía. Aquileo, sorprendido, volvióse y al instante conoció a Palas Atenea, cuyos ojos centelleaban de un modo terrible. Y hablando con ella, pronunció estas aladas palabras:

—¿Por qué, hija de Zeus, que lleva la égida, has venido nuevamente? ¿Acaso para presenciar el ultraje que me infiere Agamemnón hijo de Atreo? Pues te diré lo que me figuro que va a ocurrir: Por su insolencia perderá pronto la vida.

Díjole Atenea, la diosa de los brillantes ojos: — Vengo del cielo para apaciguar tu cólera, si obedecieres; y me envía Hera, la diosa de los níveos brazos, que os ama cordialmente a entrambos y por vosotros se preocupa. Ea, cesa de disputar, no desenvaines la espada e injúriale de palabra como te parezca. Lo que voy a decir se cumplirá: Por este ultraje se te ofrecerán un día triples y espléndidos presentes. Domínate y obedécenos.

Contestó Aquileo, el de los pies ligeros: — Preciso es, oh diosa hacer lo que mandáis aunque el corazón esté muy irritado. Obrar así es lo mejor. Quien a los dioses obedece, es por ellos muy atendido.

 Dijo; y, puesta la robusta mano en el argénteo puño, envainó la enorme espada y no desobedeció la orden de Atenea. La diosa regresó al Olimpo, al palacio en que mora Zeus, que lleva la égida, entre las demás deidades.

 El hijo de Peleo, no amainando en su ira, denostó nuevamente al Atrida con injuriosas voces: — ¡Borracho, que tienes cara de perro y corazón de ciervo! Jamás te atreviste a tomar las armas con la gente del pueblo para combatir, ni a ponerte en emboscada con los más valientes aqueos; ambas cosas te parecen la muerte. Es, sin duda, mucho mejor arrebatar los dones, en el vasto campamento de los aqueos, a quien te contradiga. Rey devorador de tu pueblo, porque mandas a hombres abyectos...; en otro caso, Atrida, éste fuera tu último ultraje. Otra cosa voy a decirte y sobre ella prestaré un gran juramento: Sí, por este cetro, que ya no producirá hojas ni ramos, pues dejó el tronco en la montaña; ni reverdecerá, porque el bronce lo despojó de las hojas y de la corteza, y ahora lo empuñan los aqueos que administran justicia y guardan las leyes de Zeus (grande será para ti este juramento). Algún día los aquivos todos echarán de menos a Aquileo, y tú, aunque te aflijas, no podrás socorrerles cuando sucumban y perezcan a manos de Héctor, matador de hombres. Entonces desgarrarás tu corazón, pesaroso por no haber honrado al mejor de los aqueos.

Así se expresó el Pelida; y tirando a tierra el cetro tachonado con clavos de oro, tomó asiento. El Atrida, en el opuesto lado, iba enfureciéndose. Pero levantóse Néstor, suave en el hablar, elocuente orador de los pilios, de cuya boca las palabras fluían más dulces que la miel—había visto perecer dos generaciones de hombres de voz articulada que nacieron y se criaron con él en la divina Pilos y reinaba sobre la tercera— y benévolo les arengó diciendo:

 —¡Oh dioses! ,Qué motivo de pesar tan grande para la tierra aquea! Alegraríanse Príamo y sus hijos, y regocijaríanse los demás troyanos en su corazón, si oyeran las palabras con que disputáis vosotros, los primeros de los dánaos lo mismo en el consejo que en el combate. Pero dejaos convencer, ya que ambos sois más jóvenes que yo.

260 En otro tiempo traté con hombres aún más esforzados que vosotros, y jamás me desdeñaron. No he visto todavía ni veré hombre como Piritoo, Driante, pastor de pueblos; Ceneo, Exadio, Polifemo, igual a un dios, y Teseo Egida, que parecía un inmortal. Criáronse éstos los más fuertes de los hombres; muy fuertes eran y con otros muy fuertes combatieron: con los montaraces Centauros, a quienes exterminaron de un modo estupendo. Y yo estuve en su compañía —habiendo acudido desde Pilos, desde lejos, desde esa apartada tierra, porque ellos mismos me llamaron— y combatí según mis fuerzas. Con tales hombres no pelearía ninguno de los mortales que hoy pueblan la tierra; no obstante lo cual, seguían mis consejos y escuchaban mis palabras. Prestadme también vosotros obediencia, que es lo mejor que podéis hacer. Ni tú, aunque seas valiente, le quites la moza, sino déjasela, puesto que se la dieron en recompensa los magnánimos aqueos, ni tú, Pelida, quieras altercar de igual a igual con el rey, pues jamás obtuvo honra como la suya ningún otro soberano que usara cetro y a quien Zeus diera gloria. Si tú eres más esforzado, es porque una diosa te dio a luz; pero éste es más poderoso, porque reina sobre mayor número de hombres. Atrida, apacigua tu cólera; yo te suplico que depongas la ira contra Aquileo, que es para todos los aqueos un fuerte antemural en el pernicioso combate.

 Respondióle el rey Agamemnón: — Sí, anciano, oportuno es cuanto acabas de decir. Pero este hombre quiere sobreponerse a todos los demás; a todos quiere dominar, a todos gobernar, a todos dar órdenes, que alguien, creo, se negará a obedecer. Si los sempiternos dioses le hicieron belicoso, ¿le permiten por esto proferir injurias?

 Interrumpiéndole, exclamó el divino Aquileo: —Cobarde y vil podría llamárseme si cediera en todo lo que dices; manda a otros, no me des órdenes, pues yo no pienso obedecerte. Otra cosa te diré que fijarás en la memoria: No he de combatir con estas manos por la moza, ni contigo, ni con otro alguno, pues al fin me quitáis lo que me disteis; pero de lo demás que tengo cabe a la veloz nave negra, nada podrías llevarte tomándolo contra mi voluntad. Y si no, ea, inténtalo, para que éstos se enteren también; presto tu negruzca sangre correría en torno de mi lanza.

304 Después de altercar así con encontradas razones, se levantaron y disolvieron la junta que cerca de las naves aqueas se celebraba. El hijo de Peleo fuese hacia sus tiendas y sus bien proporcionados bajeles con Patroclo y otros amigos. El Atrida botó al mar una velera nave, escogió veinte remeros, cargó las víctimas de la hecatombe, para el dios, y conduciendo a Criseida, la de hermosas mejillas, la embarcó también; fue capitán el ingenioso Odiseo.

 Así que se hubieron embarcado, empezaron a navegar por la líquida llanura. El Atrida mandó que los hombres se purificaran, y ellos hicieron lustraciones, echando al mar las impurezas, y sacrificaron en la playa hecatombes perfectas de toros y de cabras en honor de Apolo. El vapor de la grasa llegaba al cielo, enroscándose alrededor del humo.

En tales cosas ocupábase el ejército. Agamemnón no olvidó la amenaza que en la contienda hiciera a Aquileo, y dijo a Taltibio y Euríbates, sus heraldos y diligentes servidores: —Id a la tienda del Pelida Aquileo, y asiendo de la mano a Briseida, la de hermosas mejillas traedla acá; y si no os la diere, iré yo con otros a quitársela y todavía le será más duro.

 Hablándoles de tal suerte y con altaneras voces, los despidió.Contra su voluntad fuéronse los heraldos por la orilla del estéril mar, llegaron a las tiendas y naves de los mirmidones, y hallaron al rey cerca de su tienda y de su negra nave. Aquileo, al verlos, no se alegró. Ellos se turbaron, y haciendo una reverencia, paráronse sin decir ni preguntar nada. Pero el héroe lo comprendió todo y dijo:

 —¡Salud, heraldos, mensajeros de Zeus y de los hombres! Acercaos; pues para mí no sois vosotros los culpables, sino Agamemnón, que os envía por la joven Briseida. ¡Ea, Patroclo, de jovial linaje! Saca la moza y entrégala para que se la lleven. Sed ambos testigos ante los bienaventurados dioses, ante los mortales hombres y ante ese rey cruel, si alguna vez tienen los demás necesidad de mí para librarse de funestas calamidades; porque él tiene el corazón poseído de furor y no sabe pensar a la vez en lo futuro y en lo pasado, a fin de que los aqueos se salven combatiendo junto a las naves.

 De tal modo habló. Patroclo, obedeciendo a su amigo, sacó de la tienda a Briseida, la de hermosas mejillas, y la entregó para que se la llevaran. Partieron los heraldos hacia las naves aqueas, y la mujer iba con ellos de mala gana. Aquileo rompió en llanto, alejóse de los compañeros, y sentándose a orillas del espumoso mar con los ojos clavados en el ponto inmenso y las manos extendidas, dirigió a su madre muchos ruegos: — ¡Madre! Ya que me pariste de corta vida, el olímpico Zeus altitonante debía honrarme y no lo hace en modo alguno. El poderoso Agamemnón Atrida me ha ultrajado, pues tiene mi recompensa, que él mismo me arrebató.

 Así dijo llorando. Oyóle la veneranda madre desde el fondo del mar, donde se hallaba a la vera del padre anciano, e inmediatamente emergió, como niebla, de las espumosas ondas, sentóse al lado de aquél, que lloraba, acaricióle con la mano y le habló de esta manera:

—¡Hijo! ¿Por qué lloras? ¿Qué pesar te ha llegado al alma? Habla; no me ocultes lo que piensas, para que ambos lo sepamos.

 Dando profundos suspiros, contestó Aquileo, el de los pies ligeros: —Lo sabes. ¿A qué referirte lo que ya conoces? Fuimos a Tebas, la sagrada ciudad de Eetión; la saqueamos, y el botín que trajimos se lo distribuyeron equitativamente los aqueos, separando para el Atrida a Criseida, la de hermosas mejillas. Luego, Crises, sacerdote del flechador Apolo, queriendo redimir a su hija, se presentó en las veleras naves aqueas con inmenso rescate y las ínfulas del flechador Apolo, que pendían del áureo cetro, en la mano; y suplicó a todos los aqueos, y particularmente a los dos Atridas, caudillos de pueblos. Todos los aqueos aprobaron a voces que se respetase al sacerdote y se admitiera el espléndido rescate; mas el Atrida Agamemnón, a quien no plugo el acuerdo, le mandó enhoramala con amenazador lenguaje. El anciano se fue irritado; y Apolo, accediendo a sus ruegos, pues le era muy querido, tiró a los argivos funesta saeta: morían los hombres unos en pos de otros, y las flechas del dios volaban por todas partes en el vasto campamento de los aqueos. Un sabio adivino nos explicó el vaticinio del Flechador, y yo fui el primero en aconsejar que se aplacara al dios. El Atrida encendióse en ira, y levantándose, me dirigió una amenaza que ya se ha cumplido. A aquélla, los aqueos de ojos vivos la conducen a Crisa en velera nave con presentes para el dios, y a la hija de Briseo que los aqueos me dieron, unos heraldos se la han llevado ahora mismo de mi tienda. Tú, si puedes, socorre a tu buen hijo; ve al Olimpo y ruega a Zeus, si alguna vez llevaste consuelo a su corazón con palabras o con obras. Muchas veces hallándonos en el palacio de mi padre, oí que te gloriabas de haber evitado, tú sola entre los inmortales, una afrentosa desgracia al Cronión, que amontona las sombrías nubes, cuando quisieron atarle otros dioses olímpicos, Hera, Poseidón y Palas Atenea. Tú, oh diosa, acudiste y le libraste de las ataduras, llamando al espacioso Olimpo al centímano a quien los dioses nombran Briareo y todos los hombres Egeón, el cual es superior en fuerza a su mismo padre, y se sentó entonces al lado de Zeus, ufano de su gloria; temiéronle los bienaventurados dioses y desistieron de su propósito. Recuérdaselo, siéntate junto a él y abraza sus rodillas: quizá decida favorecer a los teucros y acorralar a los aqueos, que serán muertos entre las popas, cerca del mar, para que todos disfruten de su rey y comprenda el poderoso Agamemnón Atrida la falta que ha cometido no honrando al mejor de los aqueos.

 Respondióle Tetis, derramando lágrimas: — ¡Ay hijo mío! ¿Por qué te he criado, si en hora aciaga te di a luz? ¡Ojalá estuvieras en las naves sin llanto ni pena, ya que tu vida ha de ser corta, de no larga duración! Ahora eres juntamente de breve vida y el más infortunado de todos. Con hado funesto te parí en el palacio. Yo misma iré al nevado Olimpo y hablaré a Zeus, que se complace en lanzar rayos, por si se deja convencer. Tú quédate en las naves de ligero andar, conserva la cólera contra los aqueos y abstente por completo de combatir. Ayer fuese Zeus al Océano, al país de los probos etíopes, para asistir a un banquete, y todos los dioses le siguieron. De aquí a doce días volverá al Olimpo. Entonces acudiré a la morada de Zeus, sustentada en bronce; le abrazaré las rodillas, y espero que lograré persuadirle.

Dichas estas palabras partió, dejando a Aquileo con el corazón irritado a causa de la mujer de bella cintura que violentamente y contra su voluntad le habían arrebatado.

 En tanto, Odiseo llegaba a Crisa con las víctimas para la sacra hecatombe. Cuando arribaron al profundo puerto, amainaron las velas, guardándolas en la negra nave; abatieron por medio de cuerdas el mástil hasta la crujía; y llevaron el buque, a fuerza de remos, al fondeadero. Echaron anclas y ataron las amarras, saltaron a la playa, desembarcaron las víctimas de la hecatombe para el flechador Apolo y Criseida salió de la nave que atraviesa el ponto. El ingenioso Odiseo llevó la moza al altar y, poniéndola en manos de su padre, dijo:

—¡Oh Crises! Envíame el rey de hombres Agamemnón a traerte la hija y ofrecer en favor de los dánaos una sagrada hecatombe a Apolo, para que aplaquemos a este dios que tan deplorables males ha causado a los aqueos.

 Dijo, y puso en sus manos la hija amada, que aquél recibió con alegría. Acto continuo, ordenaron la sacra hecatombe en torno del bien construido altar, laváronse las manos y tomaron harina con sal. Y Crises oró en alta voz y con las manos levantadas.

 —¡Oyeme, tú que llevas arco de plata, proteges a Crisa y a la divina Cila e imperas en Ténedos poderosamente! Me escuchaste cuando te supliqué, y para honrarme, oprimiste duramente al ejército aqueo; pues ahora cúmpleme este voto: ¡Aleja ya de los dánaos la abominable peste!

 Tal fue su plegaria, y Febo Apolo le oyó. Hecha la rogativa y esparcida la harina con sal, cogieron las víctimas por la cabeza, que tiraron hacia atrás, y las degollaron y desollaron; en seguida cortaron los muslos, y después de cubrirlos con doble capa de grasa y de carne cruda en pedacitos, el anciano los puso sobre leña encendida y los roció de negro vino. Cerca de él, unos jóvenes tenían en las manos asadores de cinco puntas. Quemados los muslos, probaron las entrañas; y descuartizando lo demás, atravesáronlo con pinchos, lo asaron cuidadosamente y lo retiraron del fuego. Terminada la faena y dispuesto el banquete, comieron, y nadie careció de su respectiva porción. Cuando hubieron satisfecho el deseo de comer y de beber, los mancebos llenaron las crateras y distribuyeron el vino a todos los presentes después de haber ofrecido en copas las primicias. Y durante el día los aqueos aplacaron al dios con el canto, entonando un hermoso peán al flechador Apolo, que les oía con el corazón complacido.

 Cuando el sol se puso y sobrevino la noche, durmieron cabe a las amarras del buque. Mas, así que apareció la hija de la mañana, la Eos de rosados dedos, hiciéronse a la mar para volver al espacioso campamento aqueo, y el flechador Apolo les envió próspero viento. Izaron el mástil, descogieron las velas, que hinchó el viento, y las purpúreas ondas resonaban en torno de la quilla mientras la nave corría siguiendo su rumbo. Una vez llegados al vasto campamento de los aquivos, sacaron la negra nave a tierra firme y la pusieron en alto sobre la arena, sosteniéndola con grandes maderos. Y luego se dispersaron por las tiendas y los bajeles.

 El hijo de Peleo y descendiente de Zeus, Aquileo, el de los pies ligeros, seguía irritado en las veleras naves, y ni frecuentaba las juntas donde los varones cobran fama, ni cooperaba a la guerra; sino que consumía su corazón, permaneciendo en los bajeles, y echaba de menos la gritería y el combate.

Cuando, después de aquel día, apareció la duodécima aurora, los sempiternos dioses volvieron al Olimpo con Zeus a la cabeza. Tetis no olvidó entonces el encargo de su hijo: saliendo de entre las olas del mar, subió muy de mañana al gran cielo y al Olimpo, y halló al longividente Cronión sentado aparte de los demás dioses en la más alta de las muchas cumbres del monte. Acomodóse junto a él, abrazó sus rodillas con la mano izquierda, tocóle la barba con la diestra y dirigió esta súplica al soberano Jove Cronión:

 —¡Padre Zeus! Si alguna vez te fui útil entre los inmortales con palabras u obras, cúmpleme este voto: Honra a mi hijo, el héroe de más breve vida, pues el rey de hombres Agamemnón le ha ultrajado, arrebatándole la recompensa que todavía retiene. Véngale tú, próvido Zeus Olímpico, concediendo la victoria a los teucros hasta que los aqueos den satisfacción a mi hijo y le colmen de honores.

 De tal suerte habló Zeus, que amontona las nubes, nada contestó, guardando silencio un buen rato. Pero Tetis, que seguía como cuando abrazó sus rodillas, le suplicó de nuevo:

—Prométemelo claramente asintiendo, o niégamelo —pues en ti no cabe el temor— para que sepa cuán despreciada soy entre todas las deidades.

 Zeus, que amontona las nubes, respondió afligidísimo: — ¡Funestas acciones! Pues harás que me malquiste con Hera cuando me zahiera con injuriosas palabras. Sin motivo me riñe siempre ante los inmortales dioses, porque dice que en las batallas favorezco a los teucros. Pero ahora vete, no sea que Hera advierta algo; yo me cuidaré de que esto se cumpla. Y si lo deseas, te haré con la cabeza la señal de asentimiento para que tengas confianza. Este es el signo más seguro, irrevocable y veraz para los inmortales; y no deja de efectuarse aquello a que asiento con la cabeza.

Dijo el Cronión, y bajó las negras cejas en señal de asentimiento; los divinos cabellos se agitaron en la cabeza del soberano inmortal, y a su influjo estremecióse el dilatado Olimpo.

Después de deliberar así, se separaron; ella saltó al profundo mar desde el resplandeciente Olimpo, y Zeus volvió a su palacio. Los dioses se levantaron al ver a su padre, y ninguno aguardó a que llegase, sino que todos salieron a su encuentro. Sentóse Zeus en el trono; y Hera, que, por haberlo visto no ignoraba que Tetis, la de argentados pies, hija del anciano del mar con él departiera, dirigió en seguida injuriosas palabras a Jove Cronión:

 —¿Cuál de las deidades, oh doloso, ha conversado contigo? Siempre te es grato, cuando estás lejos de mi, pensar y resolver algo clandestinamente, y jamás te has dignado decirme una sola palabra de lo que acuerdas.

Respondió el padre de los hombres y de los dioses: — ¡Hera! No esperes conocer todas mis decisiones, pues te resultará difícil aun siendo mi esposa. Lo que pueda decirse, ningún dios ni hombre lo sabrá antes que tú; pero lo que quiera resolver sin contar con los dioses no lo preguntes ni procures averiguarlo.

 Replicó Hera veneranda, la de los grandes ojos: — ¡Terribilísimo Cronión, qué palabras proferiste! No será mucho lo que te haya preguntado o querido averiguar, puesto que muy tranquilo meditas cuanto te place. Mas ahora mucho recela mi corazón que te haya seducido Tetis, la de los argentados pies, hija del anciano del mar. Al amanecer el día sentóse cerca de ti y abrazó tus rodillas; y pienso que le habrás prometido, asintiendo, honrar a Aquileo y causar gran matanza junto a las naves aqueas.

Contestó Zeus, que amontona las nubes: — ¡Ah desdichada! Siempre sospechas y de ti no me oculto. Nada, empero, podrás conseguir sino alejarte de mi corazón; lo cual todavía te será más duro. Si es cierto lo que sospechas, así debe de serme grato. Pero, siéntate en silencio; obedece mis palabras. No sea que no te valgan cuantos dioses hay en el Olimpo, si acercándome te pongo encima las invictas manos.

568 Tal dijo. Hera veneranda, la de los grandes ojos, temió; y refrenando el coraje, sentóse en silencio. Indignáronse en el palacio de Zeus los dioses celestiales. Y Hefesto, el ilustre artífice, comenzó a arengarles para consolar a su madre Hera, la de los níveos brazos:

 —Funesto e insoportable será lo que ocurra, si vosotros disputáis así por los mortales y promovéis alborotos entre los dioses; ni siquiera en el banquete se hallará placer alguno, porque prevalece lo peor. Yo aconsejo a mi madre, aunque ya ella tiene juicio, que obsequie al padre querido, para que éste no vuelva a reñirla y a turbarnos el festín. Pues si el Olímpico fulminador quiere echarnos del asiento... nos aventaja mucho en poder. Pero halágale con palabras cariñosas y pronto el Olímpico nos será propicio.

 De este modo habló, y tomando una copa doble, ofrecióla a su madre, diciendo: —Sufre, madre mía, y sopórtalo todo aunque estés afligida; que a ti, tan querida, no te vean mis ojos apaleada, sin que pueda socorrerte, porque es difícil contrarrestar al Olímpico. Ya otra vez que te quise defender, me asió por el pie y me arrojó de los divinos umbrales. Todo el día fui rodando y a la puesta del sol caí en Lemnos. Un poco de vida me quedaba y los sinties me recogieron tan pronto como hube caído.
 Así dijo. Sonríose Hera, la diosa de los níveos brazos; y sonriente aún, tomó la copa doble que su hijo le presentaba. Hefesto se puso a escanciar dulce néctar para las otras deidades, sacándolo de la cratera; y una risa inextinguible se alzó entre los bienaventurados dioses al ver con qué afán les servía en el palacio. Todo el día, hasta la puesta del sol, celebraron el festín; y nadie careció de su respectiva porción, ni faltó la hermosa cítara que tañía Apolo, ni las Musas, que con linda voz cantaban alternando.

Mas cuando la fúlgida luz del sol llegó al ocaso, los dioses fueron a recogerse a sus respectivos palacios que había construido Hefesto, el ilustre cojo de ambos pies con sabia inteligencia. Zeus Olímpico, fulminador, se encaminó al lecho donde acostumbraba dormir cuando el dulce sueño le vencía. Subió y acostóse; y a su lado descansó Hera, la de áureo trono.

viernes, 19 de octubre de 2012

EVALUACION ARTISTICA TEMA I





Nombre_______________ Apellido_________________ cédula __________________




EVALUACIÓN  Nº  ARTISTICA  TURNO TARDE   


I .Realiza la siguiente sopa de letras: valor 0.5 c/u para 5 puntos


PALABRAS:

    VENUS/PREHISTORIA/VACIADO/PELEOLITICO/NEOLITICO/TAULA/MENHIR/RUPESTRE/ARTE/ESCULTURA


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II RESPONDE: 2 PUNTOS CADA UNA

¿QUÉ  ES LA PINTURA RUPESTRE?

¿CUÁLES  SON LOS MONUMENTOS MICROLITICOS?

¿CUÁLES SON LAS TÉCNICAS USADAS POR EL HOMBRE  PARA TRABAJAR  LOS METALES?

MENCIONA LOS MONUMENTOS MEGALÍTICOS

QUÉ  SON LAS VENUS

III. DIBUJA Y PINTA LA SIGUIENTE IMAGEN:5 PUNTOS

Venus de Willendorf

Austria

Sólo mide 11 cms. de altura y fue realizada en piedra caliza. Es una de las imágenes más famosas de las llamadas "Venus esteatopígicas", que en griego significa "grasa en los glúteos".. Tan pequeña figura encarna los principios de fertilidad, lo que explica el tamaño exagerado de sus órganos sexuales.